Cuando hablamos de techo de cristal, nos referimos al conjunto de obstáculos y barreras a las que se enfrentan las mujeres en el mundo laboral, que les impiden tener un espacio propio o avanzar a la misma velocidad que los hombres en puestos de trabajo equivalentes. Los prejuicios, la maternidad y la idea subyacente de que son ellas quienes se ocupan de las cargas familiares, suelen influir en sus posibilidades laborales. Y, en un contexto en el que las mujeres viven casi 85 años de media, la edad comienza a ser otro bache en ese camino: se enfrentan ahora a un doble freno: ser mayor y mujer.
Superados los 55 años, con muchos años de experiencia y la suficiente madurez, debería ser un buen momento para tener seguridad profesional. Sin embargo, la realidad en nuestro país es aún muy diferente, pues casi la mitad de los desempleados españoles pertenece a la generación silver, muchos de ellos son, además, de larga duración. Una situación que se agrava en el caso de las mujeres, quienes tienen especialmente complicado el acceso al empleo.
La situación de las mujeres en el mercado laboral
A pesar de que son ellas las que están protagonizando el ‘boom’ de la longevidad y el envejecimiento (ya hay más mujeres longevas que hombres, puesto que su esperanza de vida al nacer es superior), y que representan el grupo poblacional que más crece en cuanto a actividad, las desigualdades por sexo en el mercado laboral siguen siendo muy elevadas.
Así lo refleja el II Mapa de talento sénior 2022; un informe realizado desde el Centro de Investigación Ageingnomics, en el que se escenifica la situación de la generación plateada en el mercado laboral en diferentes países europeos.
En todos ellos, crece la presencia de mujeres sénior en el mundo laboral, así como en todos los tramos de edad, reduciendo la distancia entre sexos. En Francia se sitúan casi al mismo nivel y en Suecia, Alemania y Portugal las diferencias son pequeñas. Mientras, en España todavía existe una distancia de 10 puntos entre los hombres y las mujeres.
Por su parte, las tasas de empleo vuelven a ser superiores entre los hombres en todos los grupos de edad y en todos los países. Suecia es el país que presenta las diferencias más pequeñas y España, otra vez, las más acusadas.
Apremia luchar contra las desigualdades
Es cierto que gran parte de estas diferencias se derivan de la incorporación más tardía de las mujeres al mercado de trabajo, sobre todo en los países mediterráneos.Lo cual nos alerta de que la distancia será más corta en los próximos años, pues las generaciones más jóvenes, ya inmersas en el empleo, crecerán por encima de los 55 años modificando esta situación, pero para eso todavía queda un largo recorrido.
Hasta entonces, urge que todos aquellos agentes implicados reúnan sus fuerzas para lograr reducir esta anomalía, conseguir que más mujeres tengan acceso al mercado laboral de los séniores y, por supuesto, acabar con las barreras del techo de cristal.