Desafíos adicionales del profesional sénior a la hora de conseguir empleo

Existe competitividad para conseguir empleo. Las personas seniors, además, presentan desafíos adicionales respecto al resto de conjuntos poblacionales.
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07.17.2023

Obtener un empleo resulta crucial tanto para el desarrollo socioeconómico como para el desarrollo vital. Sin embargo, no siempre es sencillo hacerlo: en España, pese a vivirse en la actualidad un máximo histórico en el número de ocupados, aún perdura una tasa de desempleo del 12,7% según los datos del diario económico Expansión. Existe mucha competitividad. Las personas seniors, además, presentan una serie de desafíos adicionales respecto al resto de conjuntos poblacionales. No por sus cualidades. No por sus limitaciones. No por sus motivaciones. El origen de estas barreras reside en estereotipos de edad que nos acompañan desde hace mucho tiempo.

“Los 65 años marcan el declive definitivo”

En el año 1919 el Conde de Romanones decretó el conocido como Retiro Obrero, el primer seguro de jubilación de carácter obligatorio de este país, en el cual venía establecida la edad de jubilación como los 65 años, un hecho que se ha mantenido más o menos estable hasta la fecha. El problema es que en aquel entonces, cuando el político desarrolló este sistema, la esperanza de vida en España era de 45 años. Hoy, más de un siglo después, esta supera los 82 años. La percepción que se tiene del estado mental y físico de las personas a los 65 años carece de sentido en la actualidad. El nivel de vida ha mejorado sustancialmente. Los seniors están en plenas facultades.

“Los seniors no pueden seguirle el ritmo a la tecnología”

Esta es una de las mentiras más habituales respecto a los profesionales sénior. Como apuntábamos en el apartado anterior, a los 65 años aún se conservan todas las facultades cognitivas y, según cuenta el doctor en neurociencia Mariano Sigman en su ensayo El poder de las palabras, los seres humanos mantenemos la misma plasticidad cerebral a lo largo de la vida activa. Lo que importa es la motivación para aprender. En este sentido, los seniors pueden relacionarse igual de bien que los jóvenes con las nuevas invenciones tecnológicas. Solo necesitan el apoyo de las empresas y que no se les descarte para puestos digitales solo por su edad. Se genera una profecía autocumplida.

“No merece la pena pagar más por un experto sénior”

Los trabajadores seniors cuentan con una dilatada carrera a sus espaldas y, fruto de esa experiencia, de ese crecimiento profesional, han ido alcanzando posiciones de mayor jerarquía y de mayor responsabilidad. De ahí que muchos de ellos, por supuesto no todos, pues cada persona es un mundo, reclamen salarios más elevados. No obstante, esta exigencia no es gratuita sino que va unida a una aportación mucho mayor a la compañía. A fin de cuentas, hablamos de profesionales con amplio recorrido, curtidos en mil batallas, con perspectiva histórica del sector y de una madurez emocional imposible durante los primeros años de carrera. Sí merece la pena pagar más por un experto sénior.

“La vida inactiva es una fuente mayor de placer”

Cuando se trata de abandonar el mercado laboral no hay una respuesta correcta: muchas personas deciden jubilarse antes y otras prefieren no hacerlo nunca. Lo que sí es importante es tomar esta decisión desde la subjetividad y las necesidades particulares de cada uno y no desde ese discurso tan extendido de que una vida inactiva de descanso es necesariamente mejor. Porque no lo es. De hecho, teorías como el Ikigai ya hablan de que mantener una profesión estimulante toda la vida protege la salud física y mental. Muchos seniors frenan sus carreras ante la asimilación de este discurso y luego hallan más dificultades para reincorporarse a la vida activa cuando cambian de idea.

“Los seniors poseen las mismas posibilidades de conexión”

Lo lógico sería pensar que, después de carreras tan largas, los seniors deberían contar con una red de contactos enorme en la que apoyarse en la búsqueda de nuevos empleos. No obstante, hay que tener en cuenta que el mercado laboral está cambiando mucho. En la actualidad, vamos hacia un modelo muy dinámico en el que los trabajadores participarán en muchas empresas diferentes y asumiendo tareas muy variadas. Mas esto no solía ser así: muchos seniors han pasado toda su vida en una misma empresa y de ahí que cuenten con una red limitada. De ahí la importancia de las iniciativas públicas y privadas para conectarlos al tejido laboral. Son un capital profesional único.

Estos desafíos requieren soluciones. En primer lugar, porque la marginación laboral de los seniors afecta a su calidad de vida profesional y personal, especialmente en los casos en los que perciben una clara discriminación edadista. Y, en segundo lugar, porque la inversión de la pirámide poblacional, con una cada vez mayor proporción de talento sénior disponible en relación al talento joven disponible, provoca una dependencia socioeconómica creciente respecto a estos profesionales experimentados. Es una tarea colectiva. Los gobernantes públicos, las empresas, los directivos, los reclutadores de recursos humanos y la sociedad en general están obligados a trabajar para facilitar la participación sénior en el tejido laboral. Es hora de derribar prejuicios limitantes.