Hay una idea muy clara enclavada en el imaginario popular acerca de la adultez mayor: es contemplada como un periodo decadente en el que se pierde la energía física, la motivación psicológica y la ambición por alcanzar la felicidad propias de la juventud. Como si superar los 55 años implicara penetrar en un territorio de pasividad, de conformismo emocional, de decrecimiento inevitable y de sumisión a las circunstancias. Y nada más lejos de la realidad. Si bien la adultez mayor contemplaba en menor o mayor medida algunos de estos ingredientes en el pasado, las cosas han cambiado en estas últimas dos décadas: asistimos a un rejuvenecimiento de la condición sénior en todo el mundo.
Las claves de este fenómeno global
Todos los fenómenos sociales responden a una suma de condiciones. Ninguno de ellos surge como consecuencia de un solo factor detonante. En este sentido, el rejuvenecimiento de los séniors viene impulsado principalmente por cuatro procesos simultáneos, el primero de los cuales es el aumento de la esperanza de vida. Un sénior contemplaba la sexta o la séptima década de su vida como los últimos compases de la misma, y en la actualidad no, puesto que los avances médicos y sociales le permitirán probablemente vivir mucho más. Y no solo eso: también vivir mejor, lo que supone un segundo proceso clave, el incremento de la calidad de vida sénior. No es una etapa de sufrimiento.
Además, a la mayor esperanza de vida y a la mayor calidad de vida se suma un mayor poder adquisitivo que permite a los séniors huir de las circunstancias económicas penosas y llevar una existencia rica en comodidades y experiencias. Es difícil sentirte caduco cuando disfrutas del turismo nacional e internacional, cuando estás activo en las redes sociales o cuando realizas ejercicio físico cada día. El acceso a productos y servicios de consumo con mayor facilidad incrementa la sensación de participación social. Y eso rejuvenece. Por último, está el contagio del discurso de la juventud. La sociedad de consumo ha ensalzado tanto la juventud que todos han terminado por abrazarla.
La juventud como modo de vida
Hablamos de la juventud entendida no como una edad biológica, sino como un conjunto de propiedades que la sociedad suele atribuir a la misma: deseo de experimentación, ansia por las nuevas vivencias, ambición por el crecimiento profesional, búsqueda de la autonomía y de la libertad… Nuestra sociedad ha ensalzado tantísimo estas cualidades, las ha encumbrado tanto, que a los séniors nos les ha quedado otra que asimilarlas como propias y ponerlas en marcha. En este sentido, los séniors actuales tienen espiritual y vocacionalmente muy poco que ver con los séniors del siglo pasado. Presenciamos un rejuvenecimiento del estilo de vida sénior. Un cambio de paradigma.
Esta es la razón, junto con la mejora en la esperanza de vida, en la calidad de vida sénior y en el poder adquisitivo sénior, por el que esta franja de edad amaga con convertirse en el principal capital económico de los países avanzados como España. Sin embargo, para ello, para desatar el potencial sénior, son necesarios aún muchos cambios tanto desde la administración pública como desde la empresa privada. Primero, como explicaban una serie de expertos durante una mesa redonda en El Periódico, creando un marco de servicios de asistencia para que la calidad de vida se mantenga incluso en situaciones de dependencia. Segundo, combatiendo el paro sénior y el olvido de las marcas.
La relación sénior-empresa: la llave del potencial sénior
Las empresas juegan un papel determinante en el aprovechamiento del rejuvenecimiento sénior. Por un lado, porque son responsables de buena parte de la contratación de los adultos mayores. En palabras de Jesús Husillos, teniente de alcalde de inclusión y de derechos sociales de L’Hospital de Llobregat, “tendremos que aprobar medidas que animen u obliguen a contratar personas de más de 55 años”. Su experiencia y talento acumulado lo merecen. Por otro lado, convirtiéndose en un target prioritario de sus productos, servicios y campañas publicitarias. La nueva etapa sénior es una realidad. Debemos adaptarnos a ella y sacarle el máximo rendimiento individual y colectivo.