Objetivo 2030: un envejecimiento saludable

El cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluidos en la Agenda 2030, implica necesariamente el compromiso con la promoción del envejecimiento saludable
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10.24.2022

El 25 de septiembre del año 2015, todos los países miembros de las Naciones Unidas firmaron un ambicioso plan: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Un acuerdo a través del cual se comprometieron a hacer frente a los principales desafíos sociales, económicos y medioambientales a los que se enfrenta nuestro planeta. Para lograrlo, se establecieron 10 años (desde el 2020 al 2030) y 17 objetivos que buscaban visibilizar y mejorar problemáticas globales, como la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, la sostenibilidad o la mejora en el acceso a la educación.

En diciembre del 2020, y ante la amenaza que suponía ignorar el reto demográfico, se le añadió una motivación: “no dejar a nadie atrás”; con ella, las personas mayores se convertían en el eje central del plan. Y, así, se impulsó el Decenio del Envejecimiento Saludable, una iniciativa que promueve acciones a escala global orientadas a construir una sociedad para todas las edades y una llamada a la lucha contra las desigualdades y el edadismo.

Y es que, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluidos en la Agenda 2030, implica necesariamente el compromiso con la promoción del envejecimiento saludable, pues velar por la dignificación de la vida de los más mayores es un requisito imprescindible para poder garantizar el bienestar general de toda la sociedad.

Un movimiento global en favor de las personas mayores

Con esto, se incorporan a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible una serie de principios encaminados a mejorar la calidad de vida de la generación plateada, y que se entienden a la perfección dentro de las metas que se pretenden alcanzar con sus objetivos.

En primer lugar, la erradicación de la pobreza en todas sus formas (el objetivo 1), que pretende poner en marcha medidas apropiadas para proteger a los más vulnerables. Incluyendo aquí, y ante el acelerado proceso de envejecimiento poblacional, a los más mayores, pues requieren del acceso a pensiones de calidad, a políticas de jubilación flexibles, a seguridad social y servicios de salud y a atención sanitaria personalizada.

Los objetivos 2 y 3, hablan del hambre cero y de la salud y el bienestar respectivamente. En este sentido, apostar por coberturas sanitarias universales y crear programas especializados en las enfermedades derivadas de la edad supone un avance. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el envejecimiento saludable ayuda a que las personas contribuyan a la sociedad durante más tiempo.

La educación de calidad constituye el objetivo 4, y el número 8 habla del trabajo decente y el crecimiento económico. En varias ocasiones hemos hablado de la importancia de cultivar la mente a cualquier edad, así como de dotar a los mayores nuevas competencias y enseñarles a utilizar las tecnologías actuales, pues supone un impulso para que puedan mantenerse activos en el mercado laboral. Y el trabajo sénior es imprescindible para mantener la estabilidad de cualquiera de nuestras sociedades, en las que la pirámide poblacional ha dado un giro para invertirse por completo.

La necesidad de derribar la todavía existente barrera del edadismo encaja perfectamente dentro de la reducción de las desigualdades (objetivo 10). Y el acceso a ciudades y comunidades sostenibles y seguras, imprescindible para garantizar un envejecimiento de calidad, se sitúa en el objetivo número 11.

En último lugar, el objetivo 16: paz, justicia e instituciones sólidas. Pues son éstas quienes deben tomar la iniciativa promoviendo políticas que rechacen el edadismo y asegurar el compromiso de todos los actores implicados, desde administraciones o empresas, hasta gobiernos, para que de verdad las pongan en marcha.

Porque sabemos que, juntos, podemos conseguirlo.