La actividad física es esencial para vivir y envejecer de forma saludable. Estar activos es crucial para sentirnos bien en cualquier etapa de la vida y aporta innumerables beneficios, no solo a nivel físico, sino también a nivel mental, emocional y social. El deporte aumenta nuestras capacidades funcionales, disminuye el riesgo de padecer ciertas patologías, ayuda a vencer el sedentarismo y el aislamiento y fomenta la autonomía. En definitiva; mejora nuestra calidad de vida de manera muy notable, sobre todo, en la edad adulta.
Durante esta etapa, el ejercicio físico se convierte en un elemento vital para conservar una buena salud y, cada vez más, las personas son conscientes de ello. Así lo vemos en el gran aumento de población que se apunta a practicarlo, el porcentaje de séniors que hacen ejercicio con regularidad ha aumentado de manera muy notable, pero no todos están igual de concienciados. Todavía hay quien no conoce la importancia de llevar una vida activa, y hace falta un cambio de actitud generalizado.
Por este motivo, desde el centro de Investigación Ageingnomics, por primera vez en colaboración con Patrocina un Deportista, hemos puesto en marcha una Guía sobre deporte y envejecimiento activo, en la que analizamos en profundidad todas las ventajas que tiene realizar deporte (en cualquier momento de nuestra vida) y su indispensable papel para un envejecimiento saludable.
Beneficios del ejercicio físico en personas mayores
Los beneficios más importantes del deporte y la actividad física entre los sénior son:
- Mejora la funcionalidad
Una de las principales finalidades de la actividad física es lograr mantener y/o mejorar la funcionalidad de la persona que lo realiza. Es decir, conseguir que el ejercicio pueda trasladarse a la vida cotidiana, mejorando actividades rutinarias como cargar bolsas de la compra, conducir o subir y bajar escaleras. Y permitiendo alargar la autonomía y el bienestar de las personas, sobre todo mayores. Además, nos ayuda a potenciar habilidades físicas básicas como la fuerza muscular, el equilibrio, la coordinación y la flexibilidad.
- Incrementa la satisfacción personal, social y con la vida
Pues estas mejoras funcionales también se trasladan positivamente a nivel cognitivo. La independencia que da la autonomía logra que nos sintamos mejor, no solo de forma física, sino también emocional y mentalmente.
Por otro lado, el deporte favorece las relaciones sociales evitando el aislamiento, pues la gran mayoría se practican fuera del hogar y en compañía. Y reduce los niveles de estrés y ansiedad, ya que se liberan endorfinas que generan sensación de bienestar. Ambos factores imprescindibles para una correcta salud mental.
- Aumenta la función cardiovascular
El ejercicio físico mejora de forma sustancial nuestra función cardiovascular, haciendo de nuestro corazón y vasos sanguíneos un sistema fuerte, resistente y eficiente. Y ayudando, también, a prevenir algunas enfermedades derivadas de estos, como la diabetes, la hipertensión, el sobrepeso o la obesidad.
- Fortalece los músculos ¡y los huesos!
Al crecimiento de la masa y la potencia muscular, se suma el aumento de la densidad mineral ósea en los huesos. Es decir, los huesos también se vuelven más fuertes, pues ahora tienen que apoyar un sistema muscular mucho más rápido y resistente y, por lo tanto, de mayor calidad. Esto se traduce en un menor riesgo de caídas y fracturas óseas (y de la gravedad de las mismas), así como de sufrir osteoporosis o dolor.
- Regula el metabolismo
Practicar deporte de forma habitual, no necesariamente intenso, produce mejoras a nivel metabólico. Por un lado, aumenta la capacidad de nuestro organismo para reducir el exceso de glucosa (azúcar) en sangre. Y, por otro, mejora la eficiencia energética de nuestro cuerpo, por lo que nos hace encontrarnos más activos y con más energía. Además, aumenta la quema de calorías, por lo que ayuda a disminuir la grasa corporal.
Lo mejor es que no necesitamos nada para empezar a practicarlo, solo ganas. Así que ¿a qué esperas?