Tratar de frenar los efectos del envejecimiento no es nada nuevo. Existen cremas, tratamientos e innumerables dietas milagro que prometen ser la mejor solución antiedad, con resultados rápidos, duraderos y sin esfuerzo. Pero ¿de verdad funcionan? Aunque es verdad que todo lo que comemos afecta (en mayor o menor medida) a la manera en la que nuestro cuerpo y nuestro organismo envejecen, la realidad es que no hay ninguna receta mágica que nos ayude a rejuvenecer.
A pesar de ello, la gran mayoría de la población de nuestro país reconoce haber realizado una o varias dietas de este tipo al menos una vez en su vida, o conocer a alguien que la ha seguido. Así se expone en el estudio sobre “Dietas milagro y sociedad española”, que llevó a cabo la Fundación MAPFRE en colaboración con la Academia Española de Nutrición y Dietética. Un dato alarmante teniendo en cuenta que estos regímenes, muchas veces, conllevan hacer esfuerzos y/o sacrificios que pueden resultar dañinos para nuestro organismo. Y que, por supuesto, los milagros no existen.
Sin embargo, cuidar la forma en la que comemos sí es importante para envejecer de una manera más saludable. Y, para ello, hay un tipo de alimentación que, por su equilibrio nutricional y sus múltiples propiedades beneficiosas, nos puede ayudar no solo a retrasar los efectos del paso del tiempo, sino también a sentirnos mejor, tener más energía y, como consecuencia, a vivir más tiempo. Es la dieta mediterránea.
¿En qué consiste la dieta mediterránea?
La dieta mediterránea se considera, generalmente, la mejor manera de comer. Más que una dieta o una simple pauta nutricional, es un estilo de vida equilibrado y saludable que, además, es muy compatible con la buena comida. Tanto, que la UNESCO la ha declarado como uno de los elementos de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y ya son muchos los expertos, como el doctor Ángel Durántez en su “Guía del Antienvejecimiento. Jóvenes con canas”, los que la defienden.
Este tipo de alimentación es tan beneficiosa por muchas razones. Entre ellas, es rica en macronutrientes, pues está basada en el consumo de ingredientes propios de la agricultura local y de temporada (de los países con clima mediterráneo).
Potencia el consumo de vegetales (legumbres, frutas y verduras) y de grasas monoinsaturadas, como el aceite de oliva o los frutos secos, pues son un gran aporte de fibra, vitaminas y minerales y tienen efectos antioxidantes. Limita el consumo de carne, sobre todo la carne roja que, en teoría, se utiliza sólo como guarnición.
Además, reduce los hidratos de carbono de alto índice glucémico y los alimentos procesados, con altos índices de azúcares, harinas refinadas, sal y grasas, que aportan un valor nutricional muy bajo.
Así que, si buscas cuidarte y mantenerte joven, olvídate de la magia. Aprende a comer mejor y basa tu alimentación en la dieta mediterránea. Es una de las mejores fórmulas para vencer el paso del tiempo, ¡y para disfrutar comiendo con materias primas de calidad!