La tercera edad no es lo que nos han contado

Una nueva perspectiva en la era del envejecimiento activo derribando estereotipos para celebrar la diversidad de la vejez.
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09.20.2023

En las últimas décadas la clasificación generalizada de grupos por edad incluía tres segmentos: la infancia y la adolescencia, la adultez y la vejez. Por supuesto, los compartimentos nunca fueron estancos y una persona no pasaba automáticamente al siguiente segmento simplemente al cumplir determinada edad. En realidad, era un consenso aproximado basado en datos estadísticos, de desarrollo fisiológico, de percepción subjetiva y de esperanza de vida. No obstante, los cambios en esta última han provocado cambios en aquella clasificación. Ya no son tres sino cuatro los segmentos poblacionales. La tercera edad ya no es lo que era

La tercera edad de entonces 

La concepción clásica de la tercera edad entendía esta como una etapa que comenzaba aproximadamente a los 65 años y a partir de la cual buena parte de las personas comenzaban a perder rápidamente capacidades físicas y capacidades emocionales clave. En consecuencia, esta edad era el origen de un deterioro de la salud, de la autonomía y de la independencia que mermaba la experiencia vital. Con la tercera edad, las personas caían presa de una serie de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que derivaban en una existencia plana, pasiva y más aislada de lo que debería. En consecuencia, alcanzar la tercera edad raramente era motivo de celebración. 

Cambios estructurales en la sociedad 

La concepción anterior se mantuvo hasta que ciertos cambios estructurales en la sociedad empezaron a cuestionarla. Por un lado, el aumento de la esperanza de vida, cuya media en España se sitúa por encima de los 83 años. Por otro lado, el incremento de la calidad de vida. Después de todo, no es lo mismo vivir los últimos veinte años de una vida con poca movilidad y aquejado de dolores que en unas condiciones de salud más favorables. Además, a todo esto hay que añadir la ganancia de autonomía que las nuevas tecnologías han proporcionado a quienes antes se consideraban miembros de una tercera edad decadente. En general, son perfectamente funcionales

La tercera edad de ahora 

Una persona con 65 años tiene, en líneas generales, unas posibilidades sociales muy por encima de las de una persona de 85 años. Dado que estas últimas solían ser antes una excepción, quedaban encuadradas en ese cajón de sastre llamado tercera edad. Sin embargo, en el mundo actual, y especialmente en España, uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo, alcanzar esa edad es relativamente frecuente. Y precisamente por eso ha sido necesario crear un nuevo segmento poblacional: la cuarta edad, situada aproximadamente a partir de los 80 años. La tercera edad, por lo tanto, comprende a las personas de entre 65 y 80 años. Una edad de oro. 

Porque estas personas no están limitadas. Son perfiles habitualmente muy activos, con ganas de aprender, de vivir nuevas experiencias y de seguir aportando a la sociedad. De hecho, cada vez son más las que deciden no jubilarse llegados los 65 años, ya sea por cuestiones de amor a su profesión, de necesidad de permanecer dinámicas o de objetivos financieros. Tampoco son consumidores pasivos: consumen tecnologías informáticas, libros, viajes y productos y servicios relacionados con la estética. Están lejos de ser ancianos. Están lejos del concepto clásico de vejez. Son una nueva tercera edad con mucho que ofrecerle al mundo y con mucho que tomar del mundo. 

La cuarta edad: sin prejuicios 

Que haya una diferencia sustancial en el estado físico y mental general entre los miembros de la tercera edad y los miembros de la cuarta edad no implica que debamos trasladar ahora los prejuicios antes destinados a los primeros a los segundos. Sí, muchas personas mayores de 80 años necesitan más atención y cuidados, pero no están en una fase estéril de sus vidas. Por el contrario, y gracias a los avances tanto en medicina como en estilo de vida, pueden seguir ayudando a los demás con sus experiencias, sus conocimientos y sus capacidades. Además, es posible para ellas disfrutar de una vida satisfactoria. Especialmente cuando no se les aparta injustamente.